Despertar los sentidos escondidos colabora con la valoración del afuera ( vamos a tomar “el afuera” como antagónico del ser interior). Si podemos adentrarnos en ese mundo mágico donde le damos valor a cada objeto y a cada ser que nos estimula, nos nutre, nos sensibiliza…comenzamos a valorarnos a nosotros mismos.
Hay ejercicios como “elegir algo que veas bello en cada imagen”, pudiendo presentar objetos tan cotidianos como las frutas y las verduras. Si no surge nada espontáneo, orientar para que los ojos no sean el único medio de percepción. Es posible que ante la novedad, no podamos hacer referencia a lo conocido (se nos hace tan cotidiano que dejamos de percibirlo). De este modo, apelamos a otros sentidos para calificarlo.
La valoración propia, lleva al ser en creer en sí mismo y esto modifica la manera de ver el mundo y de relacionarse con él.
Amanecer en los sentidos. Permanecer con apertura. Animarnos a sentir.
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Hasta la próxima!
Paula